El pasado 6 de agosto se cumplieron cuarenta años de la aparición de las Fuerzas de Liberación Nacional, la guerrilla fundadora del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Cuarenta años en que el Estado mexicano ha hecho todo lo posible por exterminar a la "subversión", sin trabajar de fondo en los problemas estructurales que históricamente han originado la violencia revolucionaria. En todas estas décadas no han faltado individuos, grupos y colectividades que se han entregado de tiempo completo a la lucha por el cambio social, con algunos éxitos coyunturales y otros tantos perceptibles sólo en el largo plazo, pero sobre todo, con una cantidad de derrotas apenas imaginables. Más allá de la polémica sobre la viabilidad de sus repertorios de lucha, el aparato hegemónico se ha abocado a deslegitimar a todos los movimientos sociales, tanto civiles como armados, soslayado el quid del asunto: ¿por qué la gente se rebela y está dispuesta a confrontar, con o sin armas de por medio, a la maquinaria represiva de un poderoso Estado autoritario? ¿Qué es lo que está tan profundamente mal con la situación imperante que convoca a la gente a tomar medidas extremas y a realizar todo género de sacrificios personales?
Ante las evidencias de la descomposición del sistema político y la disfuncionalidad de las instituciones más importantes de la república (entre ellas las encargadas de la agenda legislativa, la impartición de justicia, la administración del erario público, la seguridad y la defensa nacional), algunos se sientan pacientemente a esperar el colapso del régimen, olvidando la impresionante capacidad regenerativa que ha mostrado nuestro sistema político, gracias a los esfuerzos reformadores de las alas moderadas de las fuerzas de derecha e izquierda, que terminan convergiendo en un acuoso centro.
Otros más, sucumben ante la magnitud del mal y el malo, y sostienen pequeñas y heroicas luchas locales, o por causas acotadas. Su tenacidad a veces rinde frutos, pero en cuanto estos caducan deben empezar a cargar piedras otra vez, en una labor sisífica.
Los menos han adoptado proyectos de transformación revolucionaria de carácter transgeneracional y dan la lucha a su manera, "sin prisa pero sin pausa". Son sin duda el sector más estigmatizado e incomprendido de todo el espectro político.
No tengo ninguna autoridad para señalar quiénes están haciendo lo políticamente correcto. Lo que sí intuyo es que no podemos partir de la descalificación apriorística de ninguna forma de lucha. Cuando las colectividades, los pueblos, los movimientos sociales eligen una estrategia sobre otra, ya cuentan con una experiencia que los ha llevado por ese camino. Ellos saben por qué. Precisamente esas experiencias son las que deben ser revalorizadas en el contexto en el que se produjeron.
La cuestión clásica de qué es lo que hay qué cambiar y por qué, quién lo debe cambiar y cómo, sigue siendo la más importante para los que no hemos renunciado a tener una participación sostenida en la esfera pública. En la medida en que sólo en la rica fuente del pasado podemos beber lo poco que sabemos y entendemos del presente, traer a la memoria la historia y las vidas de un oscuro grupo guerrillero mexicano, sin grandes acciones ni grandes resultados, me hace sentir que contribuyo mínimamente a satisfacer una necesidad colectiva. Y por eso, me permito guardar un minuto de silencio por los ocho fundadores de las FLN, muertos y desaparecidos, quienes no pudieron vivir con la farsa de una patria que no merecía ese nombre, y legaron un ejemplo de dignidad obtenido a un altísimo costo.
César Yáñez Muñoz
Alfredo Zárate Mota
Carlos Vives Chapa
Mario Sánchez Acosta
Raúl Pérez Gasque
Raúl Morales Villareal
Graciano Sánchez Aguilar
Mario Sáenz Garza
In memoriam.
1 comentario:
No puedo mas que felicitarte por el excelente trabajo que realizas a través de este blog. El rescate de la memoria histórica, especialmente de aquellos hechos que han sido ocultados, es un factor ineludible para la concientización de la sociedad en aras de poder llevar a cabo un cambio positivo en la misma.
Las siguientes palabras se las escuche a una amiga, no estoy seguro si son de ellas pero sí de la verdad que encierran: sólo el conocimiento de nuestra historia nos hara libres.
Continua así.
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